sábado, 26 de junio de 2010

Alimento espiritual

Sentí el placer de ver con mis ojos, y dejar que mi alma se alimentara.

Tuve la dicha de caminar por senderos a la orilla del lago de Atitlán, y llegar a un pequeño peñasco, en donde termina una bahía. Vi lo imponente del lago, la majestuosidad de sus montañas y volcanes, la pequeñez que representa cada cayuco que se desliza lentamente impulsándose con un pequeño remo, vi el cielo un poco mas azul de lo usual, y pude sentir la grandeza de Dios en su creación. Sentí el viento acariciarme, y casi pude escuchar el susurro de Dios diciéndome que eso lo hizo para mi... para ti.... para nosotros.

Al estar allí, me di cuenta que grandeza no es hacer "cosas grandes"; grandeza es poder disfrutar, con el alma, de cosas minúsculas, pero que te regocijar el alma y el espíritu.

Quiero sentir ese soplo de Dios nuevamente, quiero sentir la brisa en mi cuerpo, quiero sentir el sol en mi piel, y quiero sentir esa paz interna que tuve allí.